De nuevo a la autoestima artesanal

Por Jesús Guerrero

SEGUNDA PARTE

En la colaboración pasada comentamos que las alfombras artesanales son aquellas hechas a mano, un proceso similar diríamos se sigue en el proceso del amor recto a sí mismo, en el bien y perfeccionamiento de sí, lo que es igual a la formación de la autoestima -real y verdadera- en la persona; sobre este proceso formativo “artesanal” la experiencia nos dice que inicia en la familia, en ésta desde que somos bebés y conforme vamos creciendo, aprendemos a desarrollar una estima ordenada y apreciación por nuestra persona, posteriormente  aprendemos a preocuparnos por la felicidad de otros.

En la familia, la mente del recién nacido “pizarrón en blanco”, registra aquellas experiencias agradables y desagradables, bañarse para estar limpio, alimentarme para nutrir su organismo.  George Kelly [1] dice que: aunque el niño que está en la cuna, y no comprenda aún una palabra, es sensible a cosas tales como una voz cariñosa, un rostro sonriente, una caricia.  Cuando su madre lo alza para estrecharlo contra sí, le transmite la impresión de que es un ser querido y deseado.  Esto no sólo le da sensación de seguridad que precisa para su desarrollo espiritual, emocional y físico, sino también le informa que sus relaciones con otro ser humano pueden ser suaves y amorosas.  Al tener amor a él, le están preparando para saber amar. ¡He aquí el génesis de la autoestima!

En la familia aprendemos que es un amor distinto el que tenemos por las personas que nos rodean, que el “amor” que profesamos por las cosas; entendemos que, como cita Rafael Gómez, aquel siempre tiene una doble dimensión: una, el bien que se quiere para alguien; otra, aquel para quien se quiere el bien. … en esto consiste, propiamente, amar a alguien, quiere para él el bien. Si alguien ama a otro está queriendo el bien para ese otro, y, consecuentemente, lo trata como si fuera él mismo, deseando para el otro el bien que desea para sí mismo.[2] Este es el amor verdadero, movimiento afectivo y ordenado que aprendemos en la familia.

En los consejos maternales y paternales encontramos las lecciones que abarcan todos los campos esenciales: rehuir de las malas compañías, preferir lo honesto, caminar rectamente, sin dobleces, evitar los halagos seductores, obrar con prudencia y justicia, lealtad con los amigos, hospitalidad, disciplina de la lengua y de la vista, templanza y humildad en todo; aprendemos por nuestro bien a huir de la impostura, lo artificial y los enredos, del argumento falso con apariencia de “verdad”, y todo lo aprendemos con sencillez  y llaneza.

Como ya habrás dimensionado, la familia es una institución educativa esencial, porque lo propio de  ésta es la crianza, sustentada en el amor, en el consejo y en el ejemplo, en ésta la persona adquiere la autoestima –real y verdadera- no la moderna, por eso es válido decir que el destino de los hombres depende en gran medida de cómo hayan sido criados.  Además, aprendemos a formar nuestra interioridad y la conciencien recta, ésta nos imprime una huella indeleble, que nos permite desarrollar un estilo identificador de la conducta humana, lo bueno y lo malo, para desarrollar en nosotros la autoestima.

¡Ves! en la familia, la educación es hecha a la medida del individuo, por la cual aprende a amarse real y verdaderamente a sí mismo, de forma justa y ordenada, de modo tal que le permite el buen trato con los demás, debido a que sabe quererse a sí mismo y busca lo mismo para con los demás.

Bueno, sin duda la familia es la primera fuente alimentadora de la autoestima -real y verdadera- en ella, en un clima de amor descubrimos más fácilmente el verdadero significado de la autoestima, al mismo tiempo que se imprime en nosotros de manera natural, la forma probada de lo que aquélla es.  Una disciplina interior cultivada largamente en un ambiente familiar, nos permite labrar una autoestima sólida y verdadera. ¡Tú decides! ¡Volver a la autoestima artesanal o seguir estacionado en la autoestima moderna!.

Consulte la bibliografía en la edición digital.

 

[1] Kelly, G.   TU HIJO Y EL SEXO. (1967) Editorial Trillas.  México. Pág. 61

 

[2] GÓMEZ, R. ANTROPOLOGÍA.  Textos escogidos de la Suma Teológica.  EDICIONES RIALP, S.A. MADRID. Pág. 27.