Del amor al carácter hay muchos pasos

Primera de dos partes

Por Jesús Guerrero

Desmond Doss (1919-2006), cabo del ejército de los Estados Unidos, combatió en la Segunda Guerra mundial sin portar arma; en la batalla de Okinawa salvó de la muerte a 75 soldados de infantería heridos sobre el acantilado de Maeda; este hecho fue uno de los muchos que revelaron su carácter forjado a lo largo de los años, fue fiel a sus principios y convicciones; recibió la medalla de honor que otorga el Congreso de dicho país; sobre estos hechos Mel Gibson dirigió un filme en 2016.

El común de la gente piensa que tener carácter consiste en poseer sólo un conjunto de cualidades, a veces defectos, por el que nos distinguimos de las demás personas, y dirán: mira cómo es movido(a), como es bondadoso(a), ¡woow! ¡qué bien habla! ¡No! eso no es tener carácter, éste va más allá de esas simples afirmaciones, es estar dotados de una voluntad firme y constante, dirigida bajo la razón ordenada.

Conrado Hock, sobre lo que el carácter es, nos dice que etimológicamente proviene del griego jarakter, significa señal impresa o grabada, de allí pasó a significar algo indeleble, que no puede borrarse. [1].  En cuanto a la definición, Faria nos dice que es el modo peculiar y habitual de sentir, pensar, obrar y reaccionar de un individuo, bajo la dirección del entendimiento.[2].

Ese modo de sentir, pensar, obrar y reaccionar de las personas frente al trabajo, la escuela, la familia, en fin, frente a la vida o determinadas circunstancias, es lo que nos distingue moralmente de otras personas, es lo que nos da nuestra fisonomía o rostro moral, a esto se le llama carácter, no se hereda, es tarea de nosotros forjarlo con la inteligencia y humildad.

Por ese modo de ser distinguimos a las personas cariñosas, secas, calmadas, violentas, serenas o ecuánimes.  Como ves, el carácter denota la manera ordinaria de proceder del individuo bajo la dirección del entendimiento y la voluntad, de aquí que éste sólo sea propiedad del ser racional que, dirigiendo sus actos humanos mediante el entendimiento, y ejecutándolos mediante una orden de la voluntad, se convierte en dueño de ellos.

La palabra carácter también la empleamos para designar firmeza de voluntad, modo estable de obrar, en consonancia con principios que orientan firme y racionalmente la conducta.  Así llamamos al hombre de carácter, al hombre de voluntad y ánimo firmes, que no anda fluctuando como rémora a merced de las circunstancias.

Los elementos fundamentales y secundarios del carácter son: la emotividad; la actividad y la resonancia; la primera consiste en una manifestación de la afectividad, ésta se manifiesta por la reacción que produce en vivas y prontas ante acontecimientos sencillos sin importancia mayor.  Como ejemplo podemos referir que una persona cuenta con emotividad si reacciona vivamente con explosiones de alegría, gritos, lágrimas, entusiasmo o indignación ante los acontecimientos que le rodean, liberando de diversas formas, parte de la energía de que dispone.

En las personas con carácter encontramos el temperamento sometido al imperio de la voluntad y la inteligencia, sobre el cual luego platicaremos.  Es importante conozcamos nuestro carácter para educarlo y servirnos de él lo mejor posible.

Una vez que formamos nuestro carácter, llegamos a la etapa en sabemos qué son los límites, tanto externos como internos, dada la estabilidad de nuestro carácter aprendemos a vivir con las fallas y deficiencias propias y las ajenas, nos volvemos personas de convicciones fuertes en los compromisos adquiridos natural y racionalmente a lo largo de nuestra vida, familiar, profesional, religiosa, laboral, etc.  No nos lamentamos de las renuncias personales que hicimos o hacemos para formar nuestro carácter, ni de las ilusiones que quedaron atrás y motivaron la realización de algunos proyectos.

[1] Hock, C. Los cuatro Temperamentos.

[2] FARIA, R.   PSICOLOGÍA.  CURSO DE FILOSOFÍA. TOMO I. LIBRERÍA VOLUNTAD, S.A. BOGOTA. Pág. 306-307.