¿Presa del mal? o ¿cazador del bien?

::Jesús Guerrero

Entre los peces de aguas profundas encontramos el llamado pez demonio, anzuelo, pescador o cerátido, está distribuido en las profundidades de todos los océanos, cuenta en su dorso (espalda), con un apéndice largo que parece una caña de pescar, la cual moviéndola engaña y caza a sus presas.

Frente a este pez la presa puede realizar dos actos, “aquel que debería hacer”, huir, o  “aquel que no debería hacer” para salvar su vida, pero ¿qué crees? el pez no piensa ni tiene libertad, sólo está determinado a obrar instintivamente, ¡piénsalo! quien va de pesca, al tirar el cáñamo con su anzuelo y carnada, advierte cuando el pez muerde el anzuelo, lo saca y lo cocina, como ves, el pez no puede determinar si los actos anteriores son acertados o erróneos, sólo sigue su instinto.

El ser humano a diferencia del pez puede realizar tres tipos de actos humanos empleando para ello el entendimiento y la voluntad, “aquel que debería hacer”, estudiar, trabajar, respetar a los demás, “aquel que no debería hacer” consumir drogas, golpear a las personas, defraudar a un cliente, y “aquel que puede hacer o dejar de hacer”, casarse o no casarse, dejar de acosar u hostigar a los estudiantes.

La diferencia entre el ser humano y los peces o cualquier otro animal, es que el primero tiene la capacidad de distinguir por la inteligencia lo que está bien de lo que está mal; además puede comprender por qué está bien o mal y cómo explicar esto.  Pues bien, la Ética o Moral estudia la conducta humana desde el punto de vista de su bondad o maldad, y explica lo que debe hacer y lo que no debe hacer la persona.

Lo que distingue a la Ética de otras ciencias, es la investigación de cómo debe obrar moralmente el ser humano en función de su naturaleza y para perfeccionamiento de ésta, y en orden a su fin último; con esta ciencia llegamos a precisar cómo debe ser la persona humana en el obrar si quiere perfeccionar su naturaleza, porque el hombre no nace obrando sino que en el transcurso de su vida va conociendo lo que es bueno y malo, aquello que contribuye a su perfeccionamiento moral, intelectual según su naturaleza, y aquello que la destruye, para obrar en consecuencia.

La Ética o Moral es una ciencia filosófica, práctica y normativa; Aristóteles definió la ciencia como el “Conocer las cosas por sus causas”, a la que agregamos conocerlas con certeza, es decir de forma segura y clara, sin temor a errar.  La Ética satisface todos los elementos que integran esta definición, porque tomando en consideración la naturaleza del ser humano, estudia el objeto o causa final de la vida humana, los principios y leyes que rigen el uso de los medios para dicho fin y al igual que toda otra ciencia, trata de establecer sus conclusiones con precisión demostrativa[1].

Es una ciencia práctica porque estudia el obrar del ser humano, está orientada al estudio de la acción humana; normativa porque nos da reglas, es un código de normas para la vida moral.   Al igual que cualquier otra ciencia la Ética tiene sus puntos de vista discutidos y fundados, además se apoya en los primeros principios, gira en torno a un núcleo de verdades establecidas, por ejemplo, todos por la experiencia sabemos que existen actos humanos malos y buenos en sí mismos, así, sabemos que privar de la vida a una persona siempre será malo, al igual que todos sabemos que respetar a los padres siempre será bueno.

Como ves, dado que nuestro obrar constante puede ser bueno o malo, requerimos de una ciencia de lo que debe ser, es decir de cómo debemos obrar, y esto exige una explicación, para la cual existe la Ética o Moral como ciencia, porque ésta explica y demuestra las reglas de la conducta apropiada para el logro del fin último del ser humano; con lo anterior evitamos ser presas del mal obrar y convertirnos en cazadores del bien obrar.

[1] FAGOTHEY, A. ÉTICA, TEORÍA Y APLICACIÓN.  MCGRAW-HILL.   QUINTA EDICIÓN. MÉXICO.   PÁG. 4.